La manera correcta de pasar San Valentín

Una carta por isabel Giraldo. 

Empezaré con una pregunta para la que mucho tiempo no tuve
respuesta. ¿Hay algo mal conmigo que nunca he pasado una fecha
como estas con una pareja? Por muchos años deposité toda la culpa en
mi cuerpo, en mi apariencia. Mi percepción sobre mí estaba definida por
la forma en la que otros me veían y aunque nunca me he sentido una
mujer fea, siempre pensé que me faltaban muchas cosas para ser la
mujer más bonita. Y solo tal vez ese día en el que me convirtiera en el
partidazo de mujer que siempre había querido, podría pasar San Valentín
junto a un hombre que se sintiera orgulloso de estar con la vieja más top.
Hace poco vi una foto mía de siete años atrás. Iba para una fiesta Anti-
Valentine’s Day. Tenía puesto un vestido lencero negro que, si hoy me
sirviera, me lo pondría sin dudarlo. Estaba peinada y maquillada de una
forma que no me avergüenza ahora y aunque haya pasado casi una
década, si me miro con ojos de presente, objetivamente pienso que era
una mujer muy linda. Lo resalto porque a veces que vemos fotos de
cuando estábamos más jóvenes podemos sentirnos raros. En fin, me
encantó ver en mí esa sonrisa que siempre me ha caracterizado. Grande
con ojos achinados. Todo parecía bien y pensé yo era espectacular, no
puedo creer que ese día nadie se haya querido meter conmigo. Hasta
que mi memoria emocional me permitió recordar el sentimiento exacto
que me atravesaba en ese San Valentín e instantáneamente un dolor se
instaló en la boca de mi estómago.


Ese día no salí de mi casa sintiéndome bonita, o por lo menos,
sintiéndome bien. En realidad, odié mi cuerpo por mucho tiempo y hasta
hace muy poco. A veces quedan restos de esa rabia hacia este vehículo
que me permite sentir placer y dolor. Sentía que mi vestido no me lucía,
porque me comparé con cómo se le veía a la modelo en la página de una
de esas marcas de Inditex en las que las modelos se ven de una forma
prácticamente opuesta a la que yo siempre me he visto. También
recuerdo ir a una fiesta Anti-Valentine’s pensando que era lo que me
tocaba por no tener novio y que probablemente allá tampoco conocería a
nadie porque no iba a sobresalir entre tanta vieja buena que debía haber.
Otros años me volví el Grinch de San Valentín y me dediqué a
despotricar del capitalismo que mercantiliza y explota esta fecha como
quiere y de la mentira que es el amor romántico que nos enseñaron a la
mayoría. Incluso decía que jamás celebraría una fecha como estas.
Tachaba a todo el que lo celebrara de ridículo, imperialista, básico. Pero
sí, estoy segura que por dentro me moría porque llegara el amor de mi
vida con las rosas más rojas y una caja de fresas con chocolate hasta la
puerta de mi casa y me entregara una carta escrita con su puño y letra
en la dijera todo lo que me admiraba y me amaba y luego tuviéramos
sexo apasionado, perfecto y satisfactorio. Siempre fui una romántica
enclosetada.

Por primera vez estoy en una soltería elegida y conscientes. Porque no
sé qué tipo de relación quiero, porque he identificado patrones que quiero
sanar para no repetir, porque quiero deconstruir mis expectativas y las
imposiciones sociales que he incorporado sobre lo que es el amor.
Porque quiero aprender a darme a mí misma todo el amor que he
derrochado en otros. Sin embargo, vuelve y me aborda la pregunta de
cuál es la forma correcta de pasar este día, porque por más que pretenda
que no me importa y finja indiferencia, muchas cosas se mueven en mí
en las fechas en las que se celebra el amor de pareja y empiezan a salir
un montón de cuestionamientos existenciales.


Sin embargo, esta vez no espero y tampoco quiero que otra persona
venga a hacerme sentir especial y a sacarme una sonrisa, porque quiero
ser yo la que lo haga. Tampoco me importa cómo o con quién lo van a
pasar mis amigas y cuánta plata se va a gastar otra gente en regalos.
Solo espero que todo el mundo lo pase o lo celebre como elija. Y suena
muy idealista pero ojalá todxs nos sintiéramos amadxs, por otrxs, pero
sobretodo por nosotrxs mismxs y además, nos convenciéramos que
nuestros cuerpos están diseñados también para sentir placer y disfrutar
de él, véanse como se vean. Merecemos el tacto de otrxs y nuestro
propio tacto. En esta fecha y en todas las otras.
Tal vez yo no tengo con quién ir a la fiesta de San Valentín. Tampoco
tengo quien me traiga rosas o chocolates, o quien me acompañe a ver mi
rom-com favorita debajo de las cobijas, o con quién hacer el amor hasta
la madrugada, pero hoy sí me siento diferente a esa Isa triste, con veinte
kilos menos y muchos complejos más. Hoy me considero una buena
compañía para mí y para otrxs, me quiero y genuinamente creo que
puedo darme todo lo anterior.


No quiero salir con frases de cajón, pero siempre he dicho que lo cliché
es cliché por una razón. Y esta será mi forma correcta de pasar San
Valentín: estaré sola, con mi gata y mi Flick a la mano. Y tal vez me vea
un par de capítulos de una serie o lea unas páginas de un libro, antes de
usarlo. Tal vez vaya a dormirme temprano. Pero haré algo especial por
mí y para mí. Y el año que lo pase acompañada, lo recibiré y aceptaré
con brazos abiertos, sabiendo que ya puedo hacer sentir especial a
cualquier persona porque lo hice conmigo. Y tú que estás leyendo esto,
quiero que sepas que no existe una fórmula perfecta o una receta para
pasar este día. La forma que elijas está bien, pero sola o acompañada,
todo ese amor que estás deseando encontrar en alguien lo tienes tú
adentro de ti y la persona a la que se lo debes dar primero, es a ti misma.

A partir de ese momento, todo estará mejor y la vida será más
disfrutable. Lo prometo.

Una carta por isabel Giraldo. @NADARENELFONDO